Abstract
El rápido crecimiento de China en las últimas décadas del siglo XX y el inicio del siglo XXI ha llevado consigo el incremento de la demanda de energía. Ante el uso indiscriminado de carbón, que constituye 78% de la electricidad producida, y la consecuente contaminación del medio ambiente, los dirigentes chinos buscan nuevas formas para producir energía limpia.
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