Abstract
La llegada al poder de Barack Obama, en enero de 2009, despertó esperanzas en Estados Unidos y el mundo relativas a un cambio radical de forma y fondo en la economía, la política y las relaciones internacionales de este país. La imagen ágil y fresca y el discurso heterodoxo del nuevo presidente contrastaban radicalmente con la belicosidad y la rigidez ideológica de su antecesor, George W. Bush.
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