Abstract
Es imposible hablar de la cultura en la actualidad sin referirnos al gran cambio ocurrido cuando, con la muerte de Mao Zedong en 1976 y la caída de la Banda de los Cuatro, que había impuesto políticas represivas e ultraizquierdistas, terminó oficialmente la Revolución cultural. En el III pleno del XI Congreso del Partido Comunista, se anunció la "emancipación de la mente" y se dio principio a una liberalización política y cultural. La transformación se había iniciado con cautela, después de muchos años de represión de los intelectuales y artistas, que en realidad comenzó en 1956 con una movilización antiderechista desencadenada después de una promesa de apertura con la campaña de Cien Flores. La Revolución cultural fue aún más radical y, a partir de 1966, las universidades y las bibliotecas fueron cerradas, los templos y las iglesias destruidos, los libros quemados, los grupos artísticos desarticulados, mientras que los intelectuales fueron víctimas de vejaciones, exilios y persecuciones que incluso llegaron hasta la muerte. En la historia hay pocos ejemplos de pueblos que, como el chino, han destruido sistemáticamente su propia cultura y negado su pasado sin lograr construir sobre la ruinas "la nueva cultura" prometida por sus dirigentes.
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